Tema expuesto el día Viernes 4 de febrero del 2011 en la cuenta de Sgmnd_Freud.
Existe una diferencia entre la forma de proceder de una parte masculina y una femenina que se presenta muchas veces en las dinámicas donde ambas interactúan. Dicha formas de proceder pueden haber sido interiorizadas por las personas e incluso se puede aceptar a nivel inconsciente, lo que puede derivar en que de hecho es algo que se espera ver en hombres y mujeres.
Dicha diferencia obviamente se reduce a una identificación de lo que “es” masculino y lo que “es” femenino. A riesgo de caer en algo que puede sonar como sacado de la filosofía oriental, he de decir esto: La identificación de lo que es propiamente masculino es de algo “activo”, “confrontativo”, “impulsivo” y “agresivo”.
Mientras que las características identificadas como propiamente Femenino son “sumisa”, “pasiva”, “recatada” e incluso “represión”.
Nos centraremos en una manifestación en especifico que es definida brevemente por una razón igualmente especifica.
Pasa saber más:
Existe una diferencia entre la forma de proceder de una parte masculina y una femenina que se presenta muchas veces en las dinámicas donde ambas interactúan. Dicha formas de proceder pueden haber sido interiorizadas por las personas e incluso se puede aceptar a nivel inconsciente, lo que puede derivar en que de hecho es algo que se espera ver en hombres y mujeres.
Dicha diferencia obviamente se reduce a una identificación de lo que “es” masculino y lo que “es” femenino. A riesgo de caer en algo que puede sonar como sacado de la filosofía oriental, he de decir esto: La identificación de lo que es propiamente masculino es de algo “activo”, “confrontativo”, “impulsivo” y “agresivo”.
Mientras que las características identificadas como propiamente Femenino son “sumisa”, “pasiva”, “recatada” e incluso “represión”.
La identificación de esas características como propias de cada sexo no sólo es inconsciente, sino que obviamente nos remiten en cierto grado a lo sexual (Se puede decir que estas ideas caen en o rozan lo tradicionalista, pero he de replicar esto).
Envidia del Pene / Envidia del Útero
Karen Horney (n. 1885 - f. 1952) |
Aclarando que los términos son sólo nombres, procederemos a explicar.
Se conoce como “Envidia del pene” a cierta característica que se presenta en algunas mujeres y que ciertamente puede tener más de una fuente y varías manifestaciones; no obstante, al ser de carácter inconsciente, sucede que los variados síntomas en las que se presenta pueden denotar una misma fuente origen.
A veces sucede que una persona, no sólo identifica el ser activo como algo masculino y lo sumiso como algo femenino, sino que también interioriza dichos roles sociales. Esto (el interiorizar) significa que, a grandes rasgos, la persona ha hecho suyos los valores o el significado asignado (Y esto puede ocurrir dentro del Súper Yo).
Pues bien, una vez interiorizadas estas caracteristicas en cada sexo, puede ocurrir a su vez un desprecio de las características del género propio y una alta estima o deseo de las ajenas, esa es “La envidia”.
El término “Envidia del Pene” apareció dentro del psicoanálisis desde sus inicios. Una de sus manifestación la podemos entender así: Cuando la mujer -que ha identificado las características de su genero como “sumisión” o “Pasividad”, y las masculinas como lo contrario- puede presentar un rechazo de algo que considera femenino y buscar aquello que considera masculino; y esto se puede manifestar como una mujer poco femenina en su proceder (socialmente hablando).
Hemos de anotar aquí que también fue introducido en el psicoanálisis un termino definido como “Envidia del Utero” o la “Vagina” más recientemente (por Karen Horney en la primera mitad del s. XX).
De la misma forma que con la “Envidia del pene”, teóricamente se puede dar (en el hombre) un desprecio de las características vistas como masculinas y aprecio de las vistas como femeninas cuando inconscientemente estas son interiorizadas así: Lo masculino es visto como “bruto”, “tonto”, “ignorante” y “carente de gusto”, en resumen “Torpe”; Mientras que lo femenino es interiorizado o identificado como “sutil”, “reflexivo”, agradablemente “mesurado” y en general más “intelectual” que lo masculino.
Después de lo anterior puede venir un desprecio de lo identificado como masculino y el aprecio de lo visto como femenino: la “envidia” (inconsciente) de esa habilidad “productora” (de vida) de la mujer y que muchas veces se podría manifestar en lo intelectual o intelectualización, es decir, en la producción de arte por parte de algunos hombres (Producción de algo (arte) como sinónimo de la habilidad productiva de las mujeres).
Posible Inversión en la Seducción
Me gustaría terminar con esto: En las dinámicas que incluyen la interacción de una parte masculina y una femenina generalmente se seguirá el patrón regular:
Masculino: Activo, impositivo, productivo y agresivo; Femenino: Pasivo, Sumiso, Consumidor y sutil o diplomático.
Quiero enfatizar que lo anterior es una patrón, mas no una regla o ley; y en más de una ocasión los papeles se pueden invertir, comúnmente en los juegos de seducción
Tomen los siguientes ejemplos; primero: Si una mujer comparte con un amigo detalles de su emocional o incluso sexual, puede –inconscientemente- estar seduciendo a ese chico (la mujer comenta un discurso, el hombre sólo le escucha; ella ha adquirido el papel activo y él el inactivo).
Tomemos un segundo ejemplo: Si un chico invita a cenar o a cualquier otra actividad durante una cita a una chica, lo socialmente tradicional es que él la invite a ella, mientras que en la época actual, en algunas circunstancias, puede ser que ambos paguen partes iguales (lo diré de nuevo: bajo ciertas circunstancias si es que lo consideramos “cita” o parte de una seducción); En el caso de que sólo la parte femenina, la chica, sea quien corra con todos los gastos, podría apostar a que en el mejor de los casos habrá una incomodidad silenciosa o inconsciente en la parte masculina, al menos en la gran mayoría de esos casos.
Bien, dejando de lado el caso de la invitación del chico, pasemos al caso perfectamente invertido: La hora de comer. Durante la una comida o merienda casera, los papeles son notoriamente invertidos: Ella produce y es activa, Él solamente es pasivo y recibe.
Seré precavido y no afirmaré tanto como que esto es un juego de seducción en toda regla… pero si diré que en la gran mayoría de los casos, cuando uno es hombre y una mujer periódicamente le prepara los alimentos, probablemente es uno de cuatro casos:
- Se trata de su madre y uno aún vive con ella
- Se trata de su pareja y vive con ella o la ve comúnmente
- Se trata de una tía, abuela o señora de casa de asistencia y ud. Vive en fuera o como inquilino (y anoto que esta puede ser una figura materna)
- Ud. Es un hombre sin muchas habilidades para el hogar y depende de una profesional con la que tiene una relación puramente comercial y profesional.
* "Por qué los Hombres le temen a las Mujeres", 2002; Jean Cournut
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