"Escribir no significa convertir la realidad en palabras, sino hacer que la palabra sea real"
- Augusto Roa Bastos
Trataré de ser por de más conciso con una entrada breve (Bueno, Más de uno dijo que la anterior entrada fue larga).
Donde no hay lenguaje, no hay configuración
Para explicarlo básicamente (muy básicamente) se puede decir que pensamos en palabras, percibimos el mundo en palabras, le ponemos nombres a las cosas (tangibles o no) y las encajonamos en conceptos, así aquello que carece de nombre presenta por demás una notorio ausencia.
El "Consenso" Lingüístico
Ahora pasemos al siguiente punto: En lingüística existe algo concebido como "Consenso". Para términos de un sistema de comunicación, un "Consenso" es lo que hace posible la funcionalidad de un idioma en una población dada: Consenso es el "acuerdo" por medio del cual algo recibe un nombre.
Por ejemplo: Yo puedo tener frente a mi una Mesa, o estar apoyado sobre una, pero una cosa es el objeto en sí, "La Mesa" que existe en la realidad tangible, y otra es el nombre que conlleva un concepto: La secuencia de sonidos ("M", "e", "s" y "a" en dos sílabas corridas: "Me" - "Sa") que bautizan dicho objeto.
El consenso es pues, el "acuerdo" que tienen los hispanohablantes de llamar "Mesa" al objeto que cumpla dichas características, y para saber bien a que características me refiero sólo den le click a este enlace.
La palabra no es lo Real
Antes de repasar el concepto de "palabra" retomemos por última vez esta idea: La palabra que bautiza el objeto conlleva una definición o concepto, a fin de cuentas un entendimiento de la persona, un significado o -mejor dicho- un peso o valor.
Etimológicamente, "palabra" comparte raíz con "paralelo", en el sentido de algo que está junto a otro algo, pero no es lo mismo, así, la palabra "Silla" no es una silla en sí, pero es algo que siempre va paralelo a eso.
¿Dualidad?
No quiero caer en dualismos excesivos, pero quizás ya han advertido que esto se puede notar como un notable ejemplo de la diferencia entre mente y cerebro (no digo que uno sea ajeno al otro, pero sí que al menos sí se les puede adjudicar algún grado de independencia); no es difícil de concebir esto: Que la personalidad o la mente puede estar más en los recuerdos de las experiencias que en el soporte biológico (sin el cual no sería posible).
Analogía de la Carta (Dualidad de Mente / Cerebro): Podría pensarse en una carta como analogía: Tenemos el papel y la tinta que forman a la carta, dichos elementos son susceptibles a análisis químicos y son sensibles a reaccionar de una forma u otra al medio o la exposición a ciertos factores. Por ejemplo: Al ponerla en un medio iluminado la carta es más legible, al mojarla podemos dañarla de manera irreversible; pero -de forma muy independiente a las propiedades químicas o físicas del papel y la tinta o sus reacciones- el mensaje de la carta es historia aparte: Puede ser una carta de amor, una de despedida o una cotidiana... Ciertamente No podría ni podría existir sin el papel donde escribirse ni tinta que le forme, pero también es cierto que el mensaje redactado en ella es una historia aparte, una singular formación productos de algo excepcional y que más de las veces sólo podemos evaluar en forma cualitativa (al menos esa es nuestra posición).
No caeré en afirmar que la mente es una construcción ajena al cerebro o la biología (es innegable que un café o un antidepresivo alteran al sujeto), pero sí que al menos se le puede conceder un grado de libertad o independencia a nuestro pensamientos, sentimientos y actitudes con respecto a la parte biológica.
¿Qué más real que lo impensable?
Volviendo sobre el primer tema: Una retahíla que probablemente han escuchado hasta el cansancio es la de la imposibilidad de describir los subjetivo, los sentimientos de odio, amor o tristeza; concretamente quizás ya han escuchado aquella de la sensación del amor como indescriptible; esto nos deja con una curiosa reflexión: ¿Qué más real que aquello alejado de las abstracciones?: Lo real e incuestionable para la persona (de eso que no podemos dudar), es precisamente aquello que escapa de nuestras abstracciones, lo libre del reino de nuestros conceptos y palabras.
En conclusión muy condensada sería: Podemos marcar la diferencia entre lenguaje / palabra / concepto / lo que es concebible por un lado, y lo real por lo otro; después de todo se puede decir que este es un elemento de estudio fundamental en el campo de la psicología y del psicoanálisis: La asimilación de la realidad por parte del sujeto y su forma de reaccionar ante esta, el "¿Porqué?" de ello, que es precisamente lo que se indaga en terapia.
Entrada interesante!
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